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Sunday, January 31, 2010
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Wednesday, January 20, 2010
The importance of the cat in meditation
Paulo Coelho’s Blog
http://paulocoelhoblog.com/2010/01/21/the-importance-of-the-cat-in-meditation-3/
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Sunday, January 17, 2010
Galeano sobre Haití
Haití: La maldición blanca
Eduardo Galeano (2004)
El primer día de este año [2004], la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.
Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.
Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.
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Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.
Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.
De la maldición blanca, no se habló.
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La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:
–¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?
–El anterior.
–Pues, que se restablezca.
Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados.
Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.
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A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad.
Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.
En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.
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En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública.
La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.
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Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años.
Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe.
Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios.
Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.
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En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso.
Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes.
En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.
Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.
Thursday, January 14, 2010
René Rodríguez Soriano: Aislados lados
René Rodríguez Soriano's Notes
O Haiti é aqui
O Haiti não é aqui
Caetano Veloso e Gilberto Gil
Dibujábamos la isla irregular y perfecta como un trozo de queso, que se nos derramaba de las manecitas regordetas, temblequeantes. Retozábamos incrédulos sobre los cinco cacicazgos, trastabillando contra el horizonte. Marién, Maguá, Maguana, Higüey y Jaragua, frondoso mundo que desbordaba las pupilas. Quisqueya, Hispaniola, Saint Domingue, Santo Domingo…
Eran tonos pasteles casi siempre, aclarando un gris que trasuntaba en negro mate. Luego, en el libro de historia, alguien con una raya infame, partió la isla en dos mitades que, como todas las mitades carecen de balance. Mientras de un lado idealizan los doradísimos bucles de un impoluto patricio ojiazulado; del otro, quién sabe, si habrá peineta para enhebrar las ásperas crenchas del moreno que le dio la mayor lección de dignidad al mundo.
Después del cuarto grado de primaria, si bien era incómodo dibujar un pez sin cola o sin cabeza, resultaba más tortuoso entender por qué Haití, por qué Dominicana. De alguna forma me contaron las sagas de un Colón que con sus carabelas cambió el paisaje y los contornos, fundando y repartiendo colones y colonias por estas geografías; de unos Pinzón y unos Ojeda; de un Guarocuya, alzado por su mula y por su hembra; y de un Osorio, repoblando y devastando ganado y peonía. También me hablaron sobre los bucaneros, los piratas ingleses, los holandeses y sus biblias protestantes.
Merendaríamos en los zaguanes de la enseñanza secundaria con lo que propalaba el manual de Bernardo Pichardo. Nos hablaron de Boyer y Dessalines, como si de los Borgia se tratara. Poco supimos de la negra noche del 42 en la frontera. En gramita dos, y sucesivas de la Universidad, habríamos de conocer la sublime utilidad del perejil. La vida siguió su curso historia adentro, maquillada, troquelada, al antojo de los señores y sus amanuenses.
Desde mediados del siglo XVIII, gemelos o siameses, haitianos y dominicanos, coexistimos a orillas del mismo arroyo, rumiando el mismo pasto ¿por separado? Desde cada aislado lado se mira con ojeriza hacia el otro lado. Se han tejido infinidad de teorías, explicaciones y oscuros designios. Ya no son los tiempos de los copiosos algodonales, ni de los tibios cañaverales, pero los puentes son los puentes, dicen.
Dibujamos la isla imperfecta y careada como un trozo de pan indeseado… Duarte y Louverture, incomprendidos y manoseados, en vano tratan de recomponer el mapa absurdo y oscuro que nos arropa. La iglesia, como siempre, los pendejos y toda suerte de indignatarios del mundo continúan amando la pobreza. © rrs | El Caribe, 17 de abril del 2004.-
O Haiti não é aqui
Caetano Veloso e Gilberto Gil
Dibujábamos la isla irregular y perfecta como un trozo de queso, que se nos derramaba de las manecitas regordetas, temblequeantes. Retozábamos incrédulos sobre los cinco cacicazgos, trastabillando contra el horizonte. Marién, Maguá, Maguana, Higüey y Jaragua, frondoso mundo que desbordaba las pupilas. Quisqueya, Hispaniola, Saint Domingue, Santo Domingo…
Eran tonos pasteles casi siempre, aclarando un gris que trasuntaba en negro mate. Luego, en el libro de historia, alguien con una raya infame, partió la isla en dos mitades que, como todas las mitades carecen de balance. Mientras de un lado idealizan los doradísimos bucles de un impoluto patricio ojiazulado; del otro, quién sabe, si habrá peineta para enhebrar las ásperas crenchas del moreno que le dio la mayor lección de dignidad al mundo.
Después del cuarto grado de primaria, si bien era incómodo dibujar un pez sin cola o sin cabeza, resultaba más tortuoso entender por qué Haití, por qué Dominicana. De alguna forma me contaron las sagas de un Colón que con sus carabelas cambió el paisaje y los contornos, fundando y repartiendo colones y colonias por estas geografías; de unos Pinzón y unos Ojeda; de un Guarocuya, alzado por su mula y por su hembra; y de un Osorio, repoblando y devastando ganado y peonía. También me hablaron sobre los bucaneros, los piratas ingleses, los holandeses y sus biblias protestantes.
Merendaríamos en los zaguanes de la enseñanza secundaria con lo que propalaba el manual de Bernardo Pichardo. Nos hablaron de Boyer y Dessalines, como si de los Borgia se tratara. Poco supimos de la negra noche del 42 en la frontera. En gramita dos, y sucesivas de la Universidad, habríamos de conocer la sublime utilidad del perejil. La vida siguió su curso historia adentro, maquillada, troquelada, al antojo de los señores y sus amanuenses.
Desde mediados del siglo XVIII, gemelos o siameses, haitianos y dominicanos, coexistimos a orillas del mismo arroyo, rumiando el mismo pasto ¿por separado? Desde cada aislado lado se mira con ojeriza hacia el otro lado. Se han tejido infinidad de teorías, explicaciones y oscuros designios. Ya no son los tiempos de los copiosos algodonales, ni de los tibios cañaverales, pero los puentes son los puentes, dicen.
Dibujamos la isla imperfecta y careada como un trozo de pan indeseado… Duarte y Louverture, incomprendidos y manoseados, en vano tratan de recomponer el mapa absurdo y oscuro que nos arropa. La iglesia, como siempre, los pendejos y toda suerte de indignatarios del mundo continúan amando la pobreza. © rrs | El Caribe, 17 de abril del 2004.-
Wednesday, January 13, 2010
Experts warned of earthquake risk on Haiti
By Brandon Griggs, CNN
January 13, 2010 -- Updated 0925 GMT (1725 HKT)
STORY HIGHLIGHTS
- Scientists have warned for years that Haiti was at risk for a major earthquake
- At a 2008 conference, five scientists called a fault zone there "a major seismic hazard"
- A 2004 study found a similar risk along a neighboring fault zone to the north
- Geologist fears that Tuesday's 7.0 quake "could cause significant casualties"
RELATED TOPICS
Five scientists presented a paper during the 18th Caribbean Geological Conference in March 2008 in Santo Domingo, Dominican Republic, stating that a fault zone on the south side of the island posed "a major seismic hazard."
Tuesday's potentially disastrous 7.0 earthquake occurred in Haiti along the same fault line, known as the Enriquillo-Plaintain Garden fault zone.
"We were concerned about it," said one of the paper's authors, Paul Mann, a senior research scientist at the University of Texas' Institute for Geophysics.
"The problem with these kinds of strikes is that they can remain quiescent -- dormant -- for hundreds of years," he said Tuesday evening. "So it's hard to predict when they'll occur."
The findings by Mann and his colleagues followed a 2004 study in the Journal of Geophysical Research in which two geologists found a heightened earthquake risk along the Septentrional fault zone, which runs through the Cibao valley in the northern Dominican Republic.
"This is seismically a very active area of the world," one of the geologists, said Jian Lin of the Woods Hole Oceanographic Institution in Massachusetts. "Geologists should not be surprised by this earthquake."
Lin co-authored the study with geologist Uri ten Brink of the U.S. Geological Survey.
The epicenter of Tuesday's quake was 10 miles southwest of Port-au-Price, the Haitian capital. Its proximity to the country's population center had scientists concerned Tuesday night.
"Because the earthquake was so close to the capital city, because the city is so populated and because the country is so poor -- the houses are not well-built -- it could cause significant casualties," Lin said.
But Mann believes that Port-au-Prince's modest skyline could work in its favor.
"Port-au-Prince doesn't have high-rises," said the geologist, who has visited the city. "It's mostly a low-rise kind of place. And that may be a fortunate thing for them."
The Enriquillo-Plaintain Garden fault is similar in structure and character to the San Andreas fault of California in that both are strike-slip in nature, meaning the plates move past each other in a horizontal direction, Mann said.
"The island of Hispaniola is caught between two techtonic plates," said Michael Blanpeid, associate coordinator for the USGS's Earthquake Hazards Program. "The North American and the Caribbean techtonic plates are shearing the island, crushing it, grinding it. And as that occurs, earthquakes pop off."
A dozen major earthquakes measuring 7.0 or greater on the Richter scale have occurred in the Caribbean near Puerto Rico, the U.S. Virgin Islands and the island of Hispaniola in the past 500 years, scientists said.
The last major earthquake near Hispaniola, a magnitude 8.0 in 1946, caused a tsunami and left 20,000 people homeless, according to the U.S. Geological Survey.
The last large earthquake based on historical records in the Port-au-Prince area was in 1770, Mann said.
Tuesday, January 5, 2010
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